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El pasado jueves 15 de Julio del 2010 se dieron cita alrededor de 1.600 alumnos en el Acto de Graduación de la Escuela de Administración de Empresas y de la Universidad Politécnica de Cataluña. Felicidades a todos los alumnos y también a sus profesores.

 

Este evento me ha hecho revivir los maravillosos momentos que pasé en esta institución tanto como alumno como profesor. Y justo, han sido los de profesor los que más me han satisfecho. Para mí se trató de un antes y un después, de una confirmación de muchas cosas desde que tengo conciencia de existir.

 

En el 2008, en el 50º Aniversario de la Escuela y en ese Acto de Graduación me encontraba yo en primera fila, nervioso, esperando a que los alumnos fuesen recogiendo ilusionados y orgullosos sus Diplomas. El año antes, aún habiendo sido alumno y habiéndome graduado, preferí no asistir. Pero ese año, por algún extraño motivo, esos mismos alumnos me habían elegido como «Mejor Profesor del Área de Operaciones 2007-2008» aún teniendo 33 años y aún siendo mi primer año de docencia.

 

 

Recibiendo Mención Honorífica como "Mejor Profesor Área Operaciones 2007-2008"

Recibiendo Mención Honorífica como "Mejor Profesor Área Operaciones 2007-2008"

 

Cuando Miguel Morán me nombró, tomé aire, pensé en mis seres queridos, me levanté, subí las escaleras con todo el cuidado y templanza de la que fui capaz mientras el auditorio estallaba en aplausos y gritos. En ese momento me di cuenta de que estaba en uno de los mejores momentos de mi vida con la alegría que eso supone y con la ya añoranza por saber que estos momentos enseguida pasan.

 

Dejo un pequeño vídeo de unos segundos grabado por un alumno a la espera de ver si puedo conseguir el completo:

 

 

Una lástima que mis abuelos o mi madre no pudiesen asistir, los primeros porque ya no están con nosotros y mi madre porque su enfermedad se lo impide, pero de alguna forma, estaban allí conmigo todos mis seres queridos tan orgullosos como los familiares de todos los estudiantes lo estaban esa soleada tarde.

 

Gracias a cada uno de mis alumnos, uno por uno. No ya por la Mención Honorífica, si no por hacerme disfrutar como lo hicieron y siguen haciendo aún yéndome cada vez a mí casa convencido de que tenía que haber impartido una mejor clase. Y gracias también a Javier Marín, por creer en mí, animarme y por todo lo que ha tenido que ver con ello.